San Agustín, nos cuenta con profunda y sencilla letra, cómo Dios protege a su madre en una circunstancia azarosa relacionada a la adicción del alcohol.Una servidora de casa le enrostra tal hábito:
"Pero tú, Señor,
que diriges el curso de los sucesos en cielo y tierra,
que encauzas para tus fines las aguas profundas del torrente, que ordenas el flujo turbulento de los siglos,
también te has servido del arrebato pasional de una persona para curar a otra,
para que nadie, al considerar este caso, lo atribuya a su propia habilidad, cuando por sus palabras se corrige a la otra persona (IX, 8, 18)"
En Ñiño AG, San Agustín, peregrino de Dios. Editorial San Pablo, Madrid, 2018, p. 21



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